viernes, 5 de junio de 2015

El secreto de la felicidad


El día de ayer tuve la oportunidad de ver Hector and the search for happiness, es de ese tipo de películas que no sólo entretienen, sino también que te dejan pensando. Mientras la veía tuve que contener en varias ocasiones las lagrimas, no porque fuera una escena triste o al personaje le estuviera pasando algo trágico (que sí hay de estas situaciones), si no porque la película invita a la auto-reflexión, y durante toda la película no dejé de pensar. 

Tengo que admitir que mis expectativas con respecto a esta película estaban algo mezcladas, alguien especial (no, no es ningún número) me la había recomendado, pero no quería entusiasmarme por verla por si esta personaba se equivocaba y no me gustaba... Creo que está de más decir que no se equivocó, como en tantas otras ocasiones, con respecto a las recomendaciones que me da, hasta la fecha nunca se ha equivocado con ninguna. En fin, terminado de ver la película me puse a platicar con esta persona, a la que a partir de ahora le llamaremos A, le contaba lo mucho que me había gustado esa película y él me contestaba que sabía que me iba a gustar tanto como a él, comentamos la película un rato hasta que finalmente llegamos a la pregunta obligada:

¿Eres feliz?

Una pregunta difícil, que no debería de serlo. Debo de reconocerle a A que cuando se lo pregunté, él fue directo y me dijo que no; sin embargo, cuando me tocó el turno de responderla me la vi complicada, no quería contestar que no por temor a menospreciar todas las cosas que tengo, pero tampoco podía decir que sí porque sigo sin sentirme al 100. 

En la película, Hector conoce a diferentes personajes que le enseñan lo que la felicidad es para ellos, entre esos personajes conoce a un monje budista que vive en las montañas de China. Hector le pregunta cómo es que se considera feliz después de todo lo que le ha pasado en su vida, a lo que el monje le contesta que es por todo lo que le ha pasado que él se considera feliz. La felicidad es cuestión de perspectivas. En La Hora de la Estrella de Clarice Lispector se ve a una muchacha miserable y mediocre, que a pesar de lo que vive, es feliz porque no conoce nada más aparte de su realidad. En la película, durante uno de sus viajes, Hector hace la reflexión de que pareciera que entre más cosas tiene el ser humano, más infeliz es.

En este punto, me di cuenta que más que tratarse de alcanzar la felicidad como una meta, se trata de las cosas que me hacen feliz en el camino, esos pequeños detalles que en mi día a día me hacen sentir bien. Ser feliz no es una tarea fácil, y nadie dijo que lo fuera, pero sin duda, intentarlo es algo que vale la pena. 

Y ustedes, ¿se consideran felices? 





miércoles, 3 de junio de 2015

La recta final



Sé que he tenido esto algo abandonado, y no es que no tuviera sobre qué escribir, lo que pasa es que en realidad, este último mes han pasado tantas cosas que no sé exactamente sobre qué escribir. He estado en una montaña rusa con muchas subidas y bajadas. Incluso ahora que siento que tengo un poco más de estabilidad emocional, estoy prácticamente segura que en cualquier momento habrá otra subida, o bajada. 

Este último mes ha sido todo muy caótico, me he desgarrado el alma para descubrirme, y he tenido que escuchar de otras personas cómo he metido la pata enorme cantidad de veces sin haberme dado cuenta antes, me he distanciado de amigos que lo son todo para mí, y he fortalecido lazos con otras personas a quienes antes no frecuentaba tanto. Ha sido un mes muy emocional, y no porque mis emociones estén a flor de piel, más bien porque he aprendido a identificar y manejar mejor mis emociones. La verdad y lo bueno es que ya no estoy en un estado de desgana permanente, ya no estoy deprimida. 


He llegado a una etapa importante de mi vida. Hace cuatro años, por estas mismas fechas, estaba terminando otra etapa importante de mi vida y esperaba ansiosa por lo que seguía, otros cuatro años de clases y tareas. El 29 de mayo terminé con todo eso. Terminé con años de rutina, años de alarmas a las 5:30 o 7:30 (dependiendo del horario) para alistarme, años de estar sentada en un banco, años de mirar un pizarrón, terminé con años de clases y tareas (por lo menos hasta nuevo aviso). Me abruma y me asusta haber llegado a este momento. Sé que aún me falta mucho (trámite) por delante (pensar en la titulación me mata) pero me entusiasma (a la vez que me asusta) lo que puede seguir. Ya no tengo cada detalle de mi vida planeado. Voy un paso importante a la vez. En estos casi cuatro años comprendí que las cosas no salen para nada como las planeas. Fueron casi cuatro años de experiencias que ¡Dios mío! vaya que me hicieron madurar, a veces por las buenas, otras muchas por las malas. Fueron años de alegrías, de tristezas, de dramas, de amistades, de rupturas, de separaciones, de teorías, de metodología, y sobretodo, de descubrimientos. Fue una etapa importante. Se terminó. 

A lo que sigue. 

¿Y qué es lo que sigue? Mi respuesta inmediata: una tesina y dos viajes que debo de hacer. El primer viaje para cumplir un trámite más, el segundo por mí. Después.... No lo sé. 


(Me disculpo por una entrada tan pequeña, esperaba poder escribir más ¡quería escribir más! Pero de haber escrito más, hubiera hecho una maraña de pensamientos que no tendrían sentido alguno. Trataré de escribir más seguido porque aún tengo muchas cosas que decir, sólo que en ésta ocasión, no necesité de muchas palabras).