"Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza".
Heme aquí otra vez, después de.... no recuerdo la última vez que publiqué una entrada, creo que fue en junio, y creo que no fue la mejor de las entradas que he publicado. Desde aquel día de junio en que publiqué mi opinión acerca de una película maravillosa y de lo que significaba ser feliz (ya recuperé la memoria), han pasado un sinfín de cosas que, coincidentemente (o no), me han hecho muy feliz (y triste a la vez). No han pasado tantos meses desde aquella publicación, pero han pasado tantas cosas que fácilmente podría decir que este año ha valido por dos.
Mario Benedetti.
Heme aquí otra vez, después de.... no recuerdo la última vez que publiqué una entrada, creo que fue en junio, y creo que no fue la mejor de las entradas que he publicado. Desde aquel día de junio en que publiqué mi opinión acerca de una película maravillosa y de lo que significaba ser feliz (ya recuperé la memoria), han pasado un sinfín de cosas que, coincidentemente (o no), me han hecho muy feliz (y triste a la vez). No han pasado tantos meses desde aquella publicación, pero han pasado tantas cosas que fácilmente podría decir que este año ha valido por dos.
Para empezar, ya terminé la universidad.... y sí, es un proceso difícil, llegar a esta etapa es aterrador pero a la vez, emocionante (por lo menos eso trato de convencerme). Tengo una página completamente en blanco delante de mí; es verdad que estoy comenzando desde cero pero.... estoy comenzando desde cero, tengo la oportunidad de ir creando mis oportunidades. Sí, aún tengo muchos trámites por delante (de este año no pasa mi titulación); sí, necesito dinero para muchos de mis planes futuros.... pero tengo 22 y un mundo por delante. Sin ataduras (ya que saque mi título).
En segundo lugar, y la historia que da título a esta entrada, este verano tuve la oportunidad de vivir una de las mejores experiencias en mi vida. Para comenzar con mi historia, que mejor que el inicio; como todos ustedes leyeron en entradas anteriores, tuve un inicio de año accidentado (muy accidentado), estaba deprimida, después de mucho rechazos para tantos planes, mi autoestima estaba por los suelos; cuando un día una amiga me llama para invitarme a este proyecto:
"-¿Cuántos años tienes, Itza?
-21
-¿No te interesaría participar en CISV*?
-Sí, ¿por qué no?"
Fin de la conversación. El mejor "sí" que he dado en mi vida.
Cuando acepté unirme, mis expectativas (al igual que mis ánimos) eran bajas, y mi nube negra estaba en su punto máximo. Cuando supe que sería staff y me quedaría en el país, dije "el destino se está burlando de mí". Cuando en los entrenamientos escuchaba a todos platicar de sus experiencias fuera del país, pensaba "me lo están restregando en la cara". Para la mitad del proceso, comenzaba a arrepentirme, tenía mi mente en otros proyectos que, a mi parecer, eran mejor que este; lo veía como algo temporal. Esta de más volver a hablarles de todos los sube y bajas que viví en esa temporada porque ya los saben, y si no (o no los recuerdan), pueden revisar mis entradas anteriores. Lo que sí les voy a contar, es que cuando dejé de bajar y comencé a subir, toda esta idea de CISV dejó de parecerme algo temporal, empecé a darme cuenta de que no era tan malo como creía. Después: finales, ensayos, peleas, corajes, ultimatums, alegrías, bla bla bla, y por fin llegó el verano. Cinco personas iban a preparar un campamento para 12 adultos, 6 adolescentes y 48 niños, cinco personas de las cuales sólo dos se habían visto desde el primer entrenamiento, dos los conocieron en el último, y una, nunca la habíamos visto. La aventura nos aguarda.
Primer paso: Hacer maletas y comprar boleto. ¿Qué me llevo? ¿Qué ropa es adecuada? ¿Cuáles zapatos debería llevarme? ¿Viajo ligero o pesado? ¿Me llevaré otro par de converse? Creo que ya llevo demasiado.... Empacar para un mes fue algo difícil, más siendo la primera vez que viajaba tanto tiempo lejos de mi familia, aunque no tan lejos de mi casa. Destino: Querétaro.
Segundo paso: Emprender el viaje. Poco más de cinco horas que parecieron eternas, cuatro películas completas, y un celular que se estaba quedando sin batería. Llegada: Fuck! Está lloviendo, creo que debí haber traído otro tipo de ropa... Y más suéteres ¡maldición! ¿Qué estoy haciendo aquí? ¡Rayos!
Tercer paso: ¡A prepararse! Faltan dos días para el campamento, dos de cinco staffs están disponibles, y falta TODO por comprar. Compras, compras, comida, compras, y una cena para celebrar. Si de momentos random se trata, creo que soy la persona indicada para contar esas historias.
Cuarto paso: ¡Vamonos al campsite! Cuatro juntos, compras hechas. Falta un día. Morimos de hambre, y cansancio. Llegamos a cenar y conocer a la gente del lugar. Recorrido por todo el lugar, las habitaciones y decidimos donde vamos a dormir. Al día empiezan a llegar las delegaciones.
La aventura comienza. Cuatro semanas con personas totalmente desconocidas que al tercer día ya eran como tu familia. Dice mi señora madre que "para conocer a Inés vive con ella un mes", y es que un mes es suficiente para darte cuenta de cómo es una persona realmente, y más cuando convives 24/7 con ellas. Here we live and eat and sleep, sometimes laugh and sometimes weep, dice el himno de CISV. Vi a los niños reír, llorar, pero más que nada, los vi aprender y crecer; y a mí junto con ellos. Me salí de mi zona de confort, probé nuevas experiencias, viví tantas aventuras, y sobretodo, descubrí cosas de mí que no conocía. Tengo el valor para hacer escuchar mi voz, la audacia de probar cosas nuevas, la madurez de enfrentar nuevos retos, la valentía de no ocultar lo que siento... Tengo la fuerza para ser yo.
Y durante esas cuatro semanas fui feliz; aún cuando lloré en más de una ocasión, aún cuando pensé que no podría más, cuando pensé que tiraría la toalla a mitad de camino, aún cuando tuve que decir adiós, aún cuando pasé noches de desvelo, aún cuando estuve toda una noche despierta cuidando gente, aún cuando pasé corajes, aún cuando hubieron peleas, aún cuando lloré como Magdalena la última noche mientras abrazaba a todos mis niños y me despedía de ellos, aún ahora que extraño a toda mi villa, aún así, fui y soy feliz por la experiencia que tuve la oportunidad de vivir.
Una de mis más constantes frustraciones es que mis planes no suelen salir como yo esperaba, a estas alturas no he hecho nada de lo que había soñado hace 10 años; sin embargo, agradezco cómo se han ido dando las cosas, a pesar de que las vueltas del destino me vayan guiando por un rumbo distinto (y que a primera vista suele ser muy frustrante esto). Voy aprendiendo sobre la marcha, al fin y al cabo, ¿quién sabe improvisar mejor que yo?
En segundo lugar, y la historia que da título a esta entrada, este verano tuve la oportunidad de vivir una de las mejores experiencias en mi vida. Para comenzar con mi historia, que mejor que el inicio; como todos ustedes leyeron en entradas anteriores, tuve un inicio de año accidentado (muy accidentado), estaba deprimida, después de mucho rechazos para tantos planes, mi autoestima estaba por los suelos; cuando un día una amiga me llama para invitarme a este proyecto:
"-¿Cuántos años tienes, Itza?
-21
-¿No te interesaría participar en CISV*?
-Sí, ¿por qué no?"
Fin de la conversación. El mejor "sí" que he dado en mi vida.
Cuando acepté unirme, mis expectativas (al igual que mis ánimos) eran bajas, y mi nube negra estaba en su punto máximo. Cuando supe que sería staff y me quedaría en el país, dije "el destino se está burlando de mí". Cuando en los entrenamientos escuchaba a todos platicar de sus experiencias fuera del país, pensaba "me lo están restregando en la cara". Para la mitad del proceso, comenzaba a arrepentirme, tenía mi mente en otros proyectos que, a mi parecer, eran mejor que este; lo veía como algo temporal. Esta de más volver a hablarles de todos los sube y bajas que viví en esa temporada porque ya los saben, y si no (o no los recuerdan), pueden revisar mis entradas anteriores. Lo que sí les voy a contar, es que cuando dejé de bajar y comencé a subir, toda esta idea de CISV dejó de parecerme algo temporal, empecé a darme cuenta de que no era tan malo como creía. Después: finales, ensayos, peleas, corajes, ultimatums, alegrías, bla bla bla, y por fin llegó el verano. Cinco personas iban a preparar un campamento para 12 adultos, 6 adolescentes y 48 niños, cinco personas de las cuales sólo dos se habían visto desde el primer entrenamiento, dos los conocieron en el último, y una, nunca la habíamos visto. La aventura nos aguarda.
Primer paso: Hacer maletas y comprar boleto. ¿Qué me llevo? ¿Qué ropa es adecuada? ¿Cuáles zapatos debería llevarme? ¿Viajo ligero o pesado? ¿Me llevaré otro par de converse? Creo que ya llevo demasiado.... Empacar para un mes fue algo difícil, más siendo la primera vez que viajaba tanto tiempo lejos de mi familia, aunque no tan lejos de mi casa. Destino: Querétaro.
Segundo paso: Emprender el viaje. Poco más de cinco horas que parecieron eternas, cuatro películas completas, y un celular que se estaba quedando sin batería. Llegada: Fuck! Está lloviendo, creo que debí haber traído otro tipo de ropa... Y más suéteres ¡maldición! ¿Qué estoy haciendo aquí? ¡Rayos!
Tercer paso: ¡A prepararse! Faltan dos días para el campamento, dos de cinco staffs están disponibles, y falta TODO por comprar. Compras, compras, comida, compras, y una cena para celebrar. Si de momentos random se trata, creo que soy la persona indicada para contar esas historias.
Cuarto paso: ¡Vamonos al campsite! Cuatro juntos, compras hechas. Falta un día. Morimos de hambre, y cansancio. Llegamos a cenar y conocer a la gente del lugar. Recorrido por todo el lugar, las habitaciones y decidimos donde vamos a dormir. Al día empiezan a llegar las delegaciones.
La aventura comienza. Cuatro semanas con personas totalmente desconocidas que al tercer día ya eran como tu familia. Dice mi señora madre que "para conocer a Inés vive con ella un mes", y es que un mes es suficiente para darte cuenta de cómo es una persona realmente, y más cuando convives 24/7 con ellas. Here we live and eat and sleep, sometimes laugh and sometimes weep, dice el himno de CISV. Vi a los niños reír, llorar, pero más que nada, los vi aprender y crecer; y a mí junto con ellos. Me salí de mi zona de confort, probé nuevas experiencias, viví tantas aventuras, y sobretodo, descubrí cosas de mí que no conocía. Tengo el valor para hacer escuchar mi voz, la audacia de probar cosas nuevas, la madurez de enfrentar nuevos retos, la valentía de no ocultar lo que siento... Tengo la fuerza para ser yo.
Y durante esas cuatro semanas fui feliz; aún cuando lloré en más de una ocasión, aún cuando pensé que no podría más, cuando pensé que tiraría la toalla a mitad de camino, aún cuando tuve que decir adiós, aún cuando pasé noches de desvelo, aún cuando estuve toda una noche despierta cuidando gente, aún cuando pasé corajes, aún cuando hubieron peleas, aún cuando lloré como Magdalena la última noche mientras abrazaba a todos mis niños y me despedía de ellos, aún ahora que extraño a toda mi villa, aún así, fui y soy feliz por la experiencia que tuve la oportunidad de vivir.
Una de mis más constantes frustraciones es que mis planes no suelen salir como yo esperaba, a estas alturas no he hecho nada de lo que había soñado hace 10 años; sin embargo, agradezco cómo se han ido dando las cosas, a pesar de que las vueltas del destino me vayan guiando por un rumbo distinto (y que a primera vista suele ser muy frustrante esto). Voy aprendiendo sobre la marcha, al fin y al cabo, ¿quién sabe improvisar mejor que yo?
*CISV es una organización internacional que se encarga de promover la educación para la paz mediante campamentos durante el verano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario