sábado, 24 de octubre de 2015

Carta a un amor




Este adiós que te guardo
está madurando con los días
Exprimo nuestra vivencia
y no la dejo quedarse
en el pasado

No puedo avanzar contigo
porque te deseo a cada instante
y desear lo que no se puede tener
es como escribir
sin que nadie te lea
Eso seguro que lo entiendes
Te quiero pero no deseo luchar
contra el destino
Disfrutaré de vez en cuando
de tu recuerdo
que seguirá alterándome

Mario Benedetti

A mis lectores (y a ti también, amor) antes de que empiecen, les recomiendo escuchar estas canciones mientras me leen: Y sin embargo te quiero

Te escribo con la esperanza de que me leas, y con la certeza de que no lo harás. Desde el primer momento en que te vi (no miento ni exagero, de verdad me pasó) supe que serías alguien especial, fue un flashazo de menos de cinco segundos, tú y yo viendo una película, nada más. Estoy total y completamente enamorada de ti, mi corazón es tuyo y ha sido tuyo desde hace tiempo. Quiero compartirlo todo contigo: risas, historias, viajes, aventuras, mi familia, mi vida, TODO. Pero también soy egoísta y no te quiero compartir con alguien más, no quiero compartir tus besos, tus abrazos, tus caricias, tus palabras bonitas, las risas, las historias, los viajes, las aventuras. Quiero que lo vivamos nosotros dos. Quiero que exista un nosotros dos. 

Siempre me has dicho que tú me quisiste primero pero te puedo asegurar que no es verdad. Yo sé que te quise antes, te quise desde antes de aquel 28 de abril del 2013 cuando fuimos a ver el remake de Evil Dead, y, de alguna forma, te he querido desde la primera vez que te vi en aquel pub, en aquella fiesta de despedida donde no hablaba con nadie, desde aquella primera plática sobre películas. En ese extraño 22 de febrero del 2013, te empecé a querer, y te he ido queriendo cada vez más. Te quise más una calurosa tarde de agosto después de nuestro primer beso, te quise más cuando fuimos a ver En Llamas después de tres meses sin vernos, te quise más cuando fuimos a ver El Hobbit: La desolación de Smaug (no tienes idea de cuánto te quise ese día), te quise más cuando me invitaste a aquella graduación, ese 18 de enero del 2014, cuando supe que estaba perdidamente enamorada de ti. Cada día, cada semana, cada mes, cada salida, cada película, cada pelea, cada separación, y cada reconciliación, te he querido más. 

Me gustas, me encantas, me fascinas, te quiero, te adoro... TE AMO, lo digo con toda la seguridad. Te he llorado más de la cuenta y es increíble que siga teniendo lágrimas por ti, me he enojado tantas veces contigo y es increíble que siga sintiendo lo mismo por ti. Volteaste mi mundo de cabeza, y los has mantenido así desde que te conocí. Pero no quiero vivir siendo una opción para ti cuando tú eres el único para mí. Jamás te podré ser indiferente, y si me buscas, te responderé; lo cierto es que no puedo concebir mi vida sin ti, te quiero en ella pero no puedo más. No merezco seguir así. Merezco a alguien que me quiera como tú dices quererme pero con el paquete completo. Merezco a alguien que me trate como la princesa que dices que soy para ti, que me chiquee como todas las veces que tú me chiqueaste, que me haga reír como tú lo haces, que me haga sentir segura como me sentía contigo, que me vea en su vida como tú decías que me veías en la tuya, que esté locamente enamorado de mí como tú dices que lo estás, que me canse como las veces en que tú me cansabas, que se escape del mundo conmigo como nos escapábamos juntos, pero sobretodo, que me respete y me quiera como yo te he querido a ti desde que comenzamos nuestra historia, que me sea fiel como yo a ti, que no necesite de alguien más para ser feliz como lo he sido yo contigo. Merezco al hombre de mi vida, que me mire como yo te veo a ti, que se desviva por mí como yo me he desvivido por ti, que quiera vivir conmigo todo lo que yo he querido vivir contigo, que me dé su amor incondicional y sin restricciones como yo te he dado el mío.

Eres y siempre serás mi excepción a todo. Eres mi "bueno, lo intentaré" de mi "no me gustan las relaciones a larga distancia", el "no importa" de mi "la siguiente relación será una seria", eres mi "¿qué te digo?" de mi "yo nunca haría eso", mi "todo está bien" cuando no lo está, mi "sí" cuando quiero decir no, eres el "lo quiero a él sin importar qué" de mi "merezco algo mejor". A mis 22 años, sé que eres el amor de mi vida, aunque muy probablemente no seas el hombre de ella. Sé lo que vas a decir, "estamos muy chicos para pensar en eso", pero déjame platicarte que mi mamá tenía 17 años cuando supo que mi papá era el amor de su vida y el hombre con el que se iba a casar. Ella cuenta que cuando lo conoció, se vio a sí misma casada con él, fue una imagen fugaz, apenas y la pensó, pero desde ese momento lo supo. Por muchos años no lograba entender e inclusive me costaba creer que pasara  algo así como en las películas, que realmente existiera el "amor a primera vista", y sigo sin creer que exista así como lo plantean en las películas, pero tengo la certeza de que cuando conoces al amor de tu vida, lo sabes desde el primer momento, a lo mejor en ese instante no te das cuenta pero con el paso del tiempo todo va cobrando sentido.

Eres mi kriptonita, mi flaqueza en mi fortaleza, mi debilidad en mi fuerza de voluntad. Si me buscas en 20 años (y por alguna razón estoy soltera), no lo pensaría ni dos veces, incluso en 20 días, 20 semanas, o 20 meses, no lo pensaría, volvería contigo (si me buscas en 20 horas sí lo dudaría), así como en tantas otras ocasiones. No le temo a admitir mi debilidad hacia ti, ya lo sabes, no me puedo resistir a ti. Pero ya me cansé, no puedo más. Estoy cansada de enamorarme e intentar desenamorarme y volverme a enamorar de ti, estoy cansada de conformarme con lo que me das cuando yo quiero más (¿si ya sabes como soy de qué te sorprendes?), estoy cansada de tus llegadas tardes, estoy cansada de tus "cero dramas", estoy cansada de tus "peros". Siempre seré tuya pero hoy estoy cansada de ti. Hoy no quiero ser Penélope que se sienta en un banco en el andén a esperar que vuelvas en el primer tren (sé que no entiendes esta referencia, en mayo Martha me la dijo y hace días que no dejo de pensar en eso, busca Penélope de Joan Manuel Serrat, no es necesario que la escuches con que leas la letra entenderás). Hoy me quiero más a mí. 

Te escribo esta carta sin ningún fin en específico, sólo quiero que sepas lo que siento por ti. Te escribo con la esperanza de que la leas, negándome a creer que no lo harás, pidiéndote que lo hagas, y que si lo haces me des alguna señal (como la que recibí cuando comenzamos a hablar: la paleta de corazón que me diste... se cayó y se rompió). 

Te adoro, mi Kuschelbär.




viernes, 23 de octubre de 2015

Historia de una ida y una vuelta...


"Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza".
Mario Benedetti.


Heme aquí otra vez, después de.... no recuerdo la última vez que publiqué una entrada, creo que fue en junio, y creo que no fue la mejor de las entradas que he publicado. Desde aquel día de junio en que publiqué mi opinión acerca de una película maravillosa y de lo que significaba ser feliz (ya recuperé la memoria), han pasado un sinfín de cosas que, coincidentemente (o no), me han hecho muy feliz (y triste a la vez). No han pasado tantos meses desde aquella publicación, pero han pasado tantas cosas que fácilmente podría decir que este año ha valido por dos. 

Para empezar, ya terminé la universidad.... y sí, es un proceso difícil, llegar a esta etapa es aterrador pero a la vez, emocionante (por lo menos eso trato de convencerme). Tengo una página completamente en blanco delante de mí; es verdad que estoy comenzando desde cero pero.... estoy comenzando desde cero, tengo la oportunidad de ir creando mis oportunidades. Sí, aún tengo muchos trámites por delante (de este año no pasa mi titulación); sí, necesito dinero para muchos de mis planes futuros.... pero tengo 22 y un mundo por delante. Sin ataduras (ya que saque mi título). 

En segundo lugar, y la historia que da título a esta entrada, este verano tuve la oportunidad de vivir una de las mejores experiencias en mi vida. Para comenzar con mi historia, que mejor que el inicio; como todos ustedes leyeron en entradas anteriores, tuve un inicio de año accidentado (muy accidentado), estaba deprimida, después de mucho rechazos para tantos planes, mi autoestima estaba por los suelos; cuando un día una amiga me llama para invitarme a este proyecto: 

"-¿Cuántos años tienes, Itza?
-21
-¿No te interesaría participar en CISV*?
-Sí, ¿por qué no?"

Fin de la conversación. El mejor "sí" que he dado en mi vida.

Cuando acepté unirme, mis expectativas (al igual que mis ánimos) eran bajas, y mi nube negra estaba en su punto máximo. Cuando supe que sería staff y me quedaría en el país, dije "el destino se está burlando de mí". Cuando en los entrenamientos escuchaba a todos platicar de sus experiencias fuera del país, pensaba "me lo están restregando en la cara". Para la mitad del proceso, comenzaba a arrepentirme, tenía mi mente en otros proyectos que, a mi parecer, eran mejor que este; lo veía como algo temporal. Esta de más volver a hablarles de todos los sube y bajas que viví en esa temporada porque ya los saben, y si no (o no los recuerdan), pueden revisar mis entradas anteriores. Lo que sí les voy a contar, es que cuando dejé de bajar y comencé a subir, toda esta idea de CISV dejó de parecerme algo temporal, empecé a darme cuenta de que no era tan malo como creía. Después: finales, ensayos, peleas, corajes, ultimatums, alegrías, bla bla bla, y por fin llegó el verano. Cinco personas iban a preparar un campamento para 12 adultos, 6 adolescentes y 48 niños, cinco personas de las cuales sólo dos se habían visto desde el primer entrenamiento, dos los conocieron en el último, y una, nunca la habíamos visto. La aventura nos aguarda. 

Primer paso: Hacer maletas y comprar boleto. ¿Qué me llevo? ¿Qué ropa es adecuada? ¿Cuáles zapatos debería llevarme? ¿Viajo ligero o pesado? ¿Me llevaré otro par de converse? Creo que ya llevo demasiado.... Empacar para un mes fue algo difícil, más siendo la primera vez que viajaba tanto tiempo lejos de mi familia, aunque no tan lejos de mi casa. Destino: Querétaro. 

Segundo paso: Emprender el viaje. Poco más de cinco horas que parecieron eternas, cuatro películas completas, y un celular que se estaba quedando sin batería. Llegada: Fuck! Está lloviendo, creo que debí haber traído otro tipo de ropa... Y más suéteres ¡maldición! ¿Qué estoy haciendo aquí? ¡Rayos! 

Tercer paso: ¡A prepararse! Faltan dos días para el campamento, dos de cinco staffs están disponibles, y falta TODO por comprar. Compras, compras, comida, compras, y una cena para celebrar. Si de momentos random se trata, creo que soy la persona indicada para contar esas historias. 

Cuarto paso: ¡Vamonos al campsite!  Cuatro juntos, compras hechas. Falta un día. Morimos de hambre, y cansancio. Llegamos a cenar y conocer a la gente del lugar. Recorrido por todo el lugar, las habitaciones y decidimos donde vamos a dormir. Al día empiezan a llegar las delegaciones. 

La aventura comienza. Cuatro semanas con personas totalmente desconocidas que al tercer día ya eran como tu familia. Dice mi señora madre que "para conocer a Inés vive con ella un mes", y es que un mes es suficiente para darte cuenta de cómo es una persona realmente, y más cuando convives 24/7 con ellas. Here we live and eat and sleep, sometimes laugh and sometimes weep, dice el himno de CISV. Vi a los niños reír, llorar, pero más que nada, los vi aprender y crecer; y a mí junto con ellos. Me salí de mi zona de confort, probé nuevas experiencias, viví tantas aventuras, y sobretodo, descubrí cosas de mí que no conocía. Tengo el valor para hacer escuchar mi voz, la audacia de probar cosas nuevas, la madurez de enfrentar nuevos retos, la valentía de no ocultar lo que siento... Tengo la fuerza para ser yo. 

Y durante esas cuatro semanas fui feliz; aún cuando lloré en más de una ocasión, aún cuando pensé que no podría más, cuando pensé que tiraría la toalla a mitad de camino, aún cuando tuve que decir adiós, aún cuando pasé noches de desvelo, aún cuando estuve toda una noche despierta cuidando gente, aún cuando pasé corajes, aún cuando hubieron peleas, aún cuando lloré como Magdalena la última noche mientras abrazaba a todos mis niños y me despedía de ellos, aún ahora que extraño a toda mi villa, aún así, fui y soy feliz por la experiencia que tuve la oportunidad de vivir. 

Una de mis más constantes frustraciones es que mis planes no suelen salir como yo esperaba, a estas alturas no he hecho nada de lo que había soñado hace 10 años; sin embargo, agradezco cómo se han ido dando las cosas, a pesar de que las vueltas del destino me vayan guiando por un rumbo distinto (y que a primera vista suele ser muy frustrante esto). Voy aprendiendo sobre la marcha, al fin y al cabo, ¿quién sabe improvisar mejor que yo? 


*CISV es una organización internacional que se encarga de promover la educación para la paz mediante campamentos durante el verano. 

viernes, 5 de junio de 2015

El secreto de la felicidad


El día de ayer tuve la oportunidad de ver Hector and the search for happiness, es de ese tipo de películas que no sólo entretienen, sino también que te dejan pensando. Mientras la veía tuve que contener en varias ocasiones las lagrimas, no porque fuera una escena triste o al personaje le estuviera pasando algo trágico (que sí hay de estas situaciones), si no porque la película invita a la auto-reflexión, y durante toda la película no dejé de pensar. 

Tengo que admitir que mis expectativas con respecto a esta película estaban algo mezcladas, alguien especial (no, no es ningún número) me la había recomendado, pero no quería entusiasmarme por verla por si esta personaba se equivocaba y no me gustaba... Creo que está de más decir que no se equivocó, como en tantas otras ocasiones, con respecto a las recomendaciones que me da, hasta la fecha nunca se ha equivocado con ninguna. En fin, terminado de ver la película me puse a platicar con esta persona, a la que a partir de ahora le llamaremos A, le contaba lo mucho que me había gustado esa película y él me contestaba que sabía que me iba a gustar tanto como a él, comentamos la película un rato hasta que finalmente llegamos a la pregunta obligada:

¿Eres feliz?

Una pregunta difícil, que no debería de serlo. Debo de reconocerle a A que cuando se lo pregunté, él fue directo y me dijo que no; sin embargo, cuando me tocó el turno de responderla me la vi complicada, no quería contestar que no por temor a menospreciar todas las cosas que tengo, pero tampoco podía decir que sí porque sigo sin sentirme al 100. 

En la película, Hector conoce a diferentes personajes que le enseñan lo que la felicidad es para ellos, entre esos personajes conoce a un monje budista que vive en las montañas de China. Hector le pregunta cómo es que se considera feliz después de todo lo que le ha pasado en su vida, a lo que el monje le contesta que es por todo lo que le ha pasado que él se considera feliz. La felicidad es cuestión de perspectivas. En La Hora de la Estrella de Clarice Lispector se ve a una muchacha miserable y mediocre, que a pesar de lo que vive, es feliz porque no conoce nada más aparte de su realidad. En la película, durante uno de sus viajes, Hector hace la reflexión de que pareciera que entre más cosas tiene el ser humano, más infeliz es.

En este punto, me di cuenta que más que tratarse de alcanzar la felicidad como una meta, se trata de las cosas que me hacen feliz en el camino, esos pequeños detalles que en mi día a día me hacen sentir bien. Ser feliz no es una tarea fácil, y nadie dijo que lo fuera, pero sin duda, intentarlo es algo que vale la pena. 

Y ustedes, ¿se consideran felices? 





miércoles, 3 de junio de 2015

La recta final



Sé que he tenido esto algo abandonado, y no es que no tuviera sobre qué escribir, lo que pasa es que en realidad, este último mes han pasado tantas cosas que no sé exactamente sobre qué escribir. He estado en una montaña rusa con muchas subidas y bajadas. Incluso ahora que siento que tengo un poco más de estabilidad emocional, estoy prácticamente segura que en cualquier momento habrá otra subida, o bajada. 

Este último mes ha sido todo muy caótico, me he desgarrado el alma para descubrirme, y he tenido que escuchar de otras personas cómo he metido la pata enorme cantidad de veces sin haberme dado cuenta antes, me he distanciado de amigos que lo son todo para mí, y he fortalecido lazos con otras personas a quienes antes no frecuentaba tanto. Ha sido un mes muy emocional, y no porque mis emociones estén a flor de piel, más bien porque he aprendido a identificar y manejar mejor mis emociones. La verdad y lo bueno es que ya no estoy en un estado de desgana permanente, ya no estoy deprimida. 


He llegado a una etapa importante de mi vida. Hace cuatro años, por estas mismas fechas, estaba terminando otra etapa importante de mi vida y esperaba ansiosa por lo que seguía, otros cuatro años de clases y tareas. El 29 de mayo terminé con todo eso. Terminé con años de rutina, años de alarmas a las 5:30 o 7:30 (dependiendo del horario) para alistarme, años de estar sentada en un banco, años de mirar un pizarrón, terminé con años de clases y tareas (por lo menos hasta nuevo aviso). Me abruma y me asusta haber llegado a este momento. Sé que aún me falta mucho (trámite) por delante (pensar en la titulación me mata) pero me entusiasma (a la vez que me asusta) lo que puede seguir. Ya no tengo cada detalle de mi vida planeado. Voy un paso importante a la vez. En estos casi cuatro años comprendí que las cosas no salen para nada como las planeas. Fueron casi cuatro años de experiencias que ¡Dios mío! vaya que me hicieron madurar, a veces por las buenas, otras muchas por las malas. Fueron años de alegrías, de tristezas, de dramas, de amistades, de rupturas, de separaciones, de teorías, de metodología, y sobretodo, de descubrimientos. Fue una etapa importante. Se terminó. 

A lo que sigue. 

¿Y qué es lo que sigue? Mi respuesta inmediata: una tesina y dos viajes que debo de hacer. El primer viaje para cumplir un trámite más, el segundo por mí. Después.... No lo sé. 


(Me disculpo por una entrada tan pequeña, esperaba poder escribir más ¡quería escribir más! Pero de haber escrito más, hubiera hecho una maraña de pensamientos que no tendrían sentido alguno. Trataré de escribir más seguido porque aún tengo muchas cosas que decir, sólo que en ésta ocasión, no necesité de muchas palabras). 

viernes, 1 de mayo de 2015

Y Sin Embargo

"When I get sad, I stop being sad and be awesome instead... True Story"

Barney Stinson





Cada relación que tenemos es diferente, cada ruptura también. Pero lo que nunca cambia es el proceso con el que lidiamos esa ruptura. Todos tenemos un ritual especial para cuando sufrimos una decepción amorosa. Yo, por ejemplo, me torturo con una lista de reproducción de 11 horas y 19 minutos, con 179 canciones, que me recuerdan lo desdichada que estoy. Como si eso no fuera suficiente, me refugio en una dosis de películas románticas y comedias románticas, que me recuerdan que nunca nadie jamás va a hacer un acto descabellado y desesperado para demostrarme su amor. Me releo los poemas de Benedetti más tristes que encuentre, y los más felices también, para recordarme que alguna vez fui feliz y ya no. No conforme con esto, me dedico a escribir cuentos acerca de mi historia de amor fallida.  Le doy vueltas a la posibilidad de volver a buscarlo, de volver a hablarle, me digo a mí misma que no quiero perderlo. Me torturo reviviendo los momentos con esa persona, visitando los lugares que solíamos visitar, viendo las películas que solíamos compartir, y haciendo las cosas que solíamos hacer juntos; sola, para que me pesen más los recuerdos. Y sobretodo, lloro. Lloro como Magdalena. Una, dos, tres, cuatro noches o más. 

Cuando termino de llorar mis penas, paso a la segunda fase de mi proceso post-ruptura. Me digo a mí misma que ya fue suficiente de llorar, y si la relación terminó mal, me recuerdo lo patán que fue, me enojo y le guardo rencor. Comienzo a evitar los lugares que visitábamos, las películas que me lo recuerdan, las cosas que compartíamos. Ya no lo quiero de vuelta en mi vida. Me invento situaciones imaginarias en las que él y yo nos topamos, y yo lo hago sentir como la basura que es. Me repito diálogos sumamente elaborados en los que le digo de la forma más hiriente posible lo idiota que fue, y que me ha perdido completamente. Y escribo. Escribo otra vez nuestra historia de amor, pero con un final distinto, un final donde yo me voy. En esta etapa, lo odio con la misma intensidad con la que alguna vez lo quise. 

Finalmente, y después de tanto desgaste emocional, nada. Usualmente cuando llego a esta fase, en mi vida está pasando algo que vale mucho más la pena que estar odiando a un idiota cualquiera; entonces decido que lo más maduro que puedo hacer es perdonar y seguir adelante. Quisiera decir que olvido, pero hay cosas que sólo con el tiempo se pueden olvidar, así que dejo que el tiempo siga y haga de las suyas. Después de un proceso largo (porque vaya que es largo, a veces tardo hasta un año) y desgastante, todo lo vivido se vuelve una historia más, y san se acabó.

Fue la misma historia para tres de las cuatro veces que me enamoré. Los quise, los extrañé, les lloré, los odié, y los olvidé, a todos... con una excepción. Todos tenemos a esa persona que lo cambió todo, a lo mejor no fue el amor de tu vida, pero es LA EXCEPCIÓN de tu vida (así, en mayúsculas y subrayado). Por esa persona cambiaste todo el paradigma. Conmigo fue Cuatro, y les diré porqué. Para empezar, su forma de ser y de pensar fue completamente diferente a las de los otros tres. No encajaba en la imagen de mi hombre ideal. No le gustaba leer; alguna de la música que él escuchaba yo la odio; no tenía pláticas pseudointelectuales con él; es inteligente, sí, pero no para despertar mi lado sapiosexual. Era completamente diferente a los otros tres de los que me enamoré, pero con él hice todas las excepciones que pude hacer. Desde aceptar una relación a larga distancia, hasta no pasar por mi proceso habitual post-ruptura, entre muchas otras. 

Mi proceso post-ruptura con él, fue distinto, a pesar de no tener nada realmente emocionante en mi vida. No me torturé viendo películas románticas (bueno vi algunas, pero no las que me hacían llorar), no escuché mi lista de reproducción (ni siquiera la abrí), no escribí nuestra historia de amor (aunque sí tres cartas, dos para él y una para mí), no me torturé con las cosas que me recordaban a él, pero tampoco las evité, no leí a Benedetti (está bien... no lo leí una y otra vez). Sí le lloré, y sí lo extraño (de vez en cuando). Pero, a pesar del daño que me hizo, no lo odio, ni lo odié, ni lo odiaré, simplemente lo dejé pasar. No necesité pasar por todo mi proceso habitual post-ruptura para darme cuenta de que merezco más de lo que recibí. No necesité llorarle (tanto) ni odiarlo para superarlo. Dejé de ser quien era para volverme en alguien mejor. Puedo contar la historia sin sentir que muero lentamente cada que la cuento. No le sufrí como le sufrí a los otros, aún cuando lo quise más. Puedo seguir adelante sin él. Y sin embargo, de cierta forma, aún lo quiero, supongo que es por eso que lo extraño, pero soy consciente de que ahora las cosas son diferentes. 

lunes, 27 de abril de 2015

La Tregua

“A mí me cuesta ser cariñoso, inclusive en la vida amorosa. Siempre doy menos de lo que tengo. Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservando el máximo sólo para las grandes ocasiones. De modo que si siempre estuviera expresando el máximo ¿qué dejaría para esos momentos (siempre hay cuatro o cinco en cada vida, en cada individuo) en que uno debe apelar el corazón en pleno? También siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano.” 

Mario Benedetti.

La entrada pasada hablaba sobre las dos cosas más preciadas que tengo para ofrecer, pero no dije qué eran. Cariño y confianza. Mi cariño y mi confianza son ciegos y pueden ser eternos, pero no son incondicionales. Con esto no me refiero a que exista un contrato en el que especifique cómo me deben de querer para que yo quiera a una persona. 

Erich Fromm dice que el amor de una madre a su hijo es incondicional, porque ella lo va a querer desde que es un bebé que no puede valerse por si mismo hasta siempre (en pocas palabras), mientras que el cariño del padre tiene que ganarse. Bueno, no voy a entrar de lleno en lo que dice Fromm acerca del amor, sólo hacía este comentario para explicar un poco lo que pasa con mi amor y mi confianza. 

Como he mencionado en entradas anteriores, soy una persona sumamente introvertida, soy muy callada, tímida, y a veces hasta pareciera que soy mala onda, pero no es así. A veces me pasa que en cuanto conozco a alguien, ya le conté la mitad de mi vida y me encariñé con esa persona; otras veces, la primera impresión me engaña y tardo más en agarrar confianza. Pero cuando pasa, ya sea de la primera o segunda forma, mi cariño y mi confianza se vuelven ciegos. 

Es cierto, tengo muchos amigos y no a todos los quiero de la misma manera, a unos los quiero más que a otros, a unos le cuento más cosas que a otros, a unos incluso hasta los amo. Pero sin importar las intensidades o formas en que los quiero, todos tienen en común que voy a confiar en ellos siempre, sin importar lo que me digan los demás. Una vez que confío en alguien, mis ojos se cierran y no necesito más, no importa si la confianza es recíproca, no importa si ellos no me cuentan nada, si me han demostrado que puedo confiar en ellos, lo haré. Claro que esto puede ser un inconveniente, habrá gente que llegue a abusar de esta característica mía (que no se si es defecto o cualidad), pero lo que no saben es que con cada verdad a medias, voy abriendo poco a poco los ojos, y con cada mentira, me cuesta más trabajo volverlos a cerrar.

Más de una vez me he encontrado entre la espada y la pared porque dos personas que quiero o que, a mi parecer, no tendrían porqué mentirme, me dicen dos cosas distintas y no me atrevo a dudar de ninguna de las dos. Me pasó con Tres, me pasó con alguien más.... Y en esa disyuntiva, prefería confiar en la persona a la que quería más en ese momento, aunque muy en el fondo sabía que la segunda persona en cuestión tenía la razón. 

Sí, mi cariño y mi confianza son eternos, puros, y sinceros; son lo mejor que puedo ofrecer de mí. No soy una persona recelosa de mi cariño (aunque en ocasiones me cueste demostrarlo) y de mi confianza, tampoco es tan fácil que yo deje de confiar en o de querer a alguien, pero una vez perdidas estas dos cosas son muy raras (y difíciles) de recuperar. Puede quedar en mí un rezago de amor hacia ti, pero sin la confianza que te tenía, es muy complicado que las cosas vuelvan a funcionar. Puedo no guardarte nada de rencor, pero sin el cariño que te tenía, definitivamente lo nuestro no va a funcionar. Puedo perdonar, pero mi perdón no es garantía de mi confianza, mi perdón no es pase de retorno a mi corazón (sí, yo sé que eso sonó demasiado cursi). 

Tú, a quien quiero y en quien confío, mi cariño y confianza son gratis la primera vez. Si quieres una segunda, te los tienes que ganar. Si esperas una tercera, puedes sentarte a esperar. Advertido estás. 

miércoles, 22 de abril de 2015

Graduation Goggles

The point is you can't trust graduation goggles. They are just as misleading as beer goggles, bridesmaid goggles and that's just a bulky outdated cell phone in his front pocket goggles.

Robin Scherbatsky.



Una disculpa por haber estado perdida estos últimos días, como algunos pudieron notarlo por Facebook, estuve de viaje. Aunque ese no fue completamente el motivo por el cual no había escrito. Verán, la verdad es que no sabía de que escribir. Pero problema solucionado. Aunque me fui de viaje este fin de semana que pasó, no hablaré de las cosas que me pasaron durante el viaje, por lo menos no en ésta entrada. 

El jueves pasado me permití un 10 seconds melt down, y acudí a un amigo en quien confío demasiado (para efectos prácticos de la historia lo llamaremos C). En mi melt down, le comentaba a C que extrañaba muchísimo a Cuatro, y él me decía que lo que sentía eran graduation goggles. En un episodio de How I Met Your Mother, Robin explica que en el momento en que vas a dejar, renunciar o terminar con alguien o algo, empiezas a disfrutar todas esas cosas que odiabas antes porque te das cuenta de que esa cosa ya no va a estar. 

Ese mismo día en la noche me fui de viaje a Morelos. Llegué al DF (donde hice escala) a las 6:10 am, fue un día maratónico porque partía a Morelos hasta las 5 pm. En fin, después les contaré las aventuras de ese viaje, a lo que voy con mi historia es que el viernes por la noche, una vez que llegué a Morelia, recibí un mensaje de Cuatro, por respeto a él no voy a entrar en detalles de lo que decía el mensaje, pero lo que sí les puedo decir es que según yo manejé de manera exitosa la situación, me sentía orgullosa de ello, y hasta se los presumí a mis amigos.

Lo cierto es que desde que volví, mis graduation goggles han estado más latosas que nunca. Sucede que extraño estar enamorada, extraño la sensación de que todo está bien, todo está bonito y así, extraño tener a alguien a quien platicarle de todo en todo momento y no sentir que era una molestia. Me gusta pensar que Cuatro está leyendo mi blog y está pensando en mí. Me gusta pensar que en serio soy alguien especial para él. Pero no lo extraño. No extraño estar con él. Extraño lo que solía sentir.

En su momento pensé que Cuatro y yo podríamos llegar a ser amigos. No es así. Ni él ni yo somos las personas que solíamos ser. Por mucho que sienta que lo extraño, no es sano seguir en contacto con una persona que traicionó las dos cosas más valiosas que puedo ofrecer. Si Cuatro de verdad está leyendo esto (que lo dudo mucho), sólo quisiera decirle que no le guardo ningún rencor, simplemente no puedo verle como un amigo. Quisiera decirle que en el momento en el que él hizo "las paces" con el tema, todo contacto entre nosotros se acabó. Ya nada nos ata, ya nada nos une; ni un pasado en común ni un futuro añorado. 

No recuerdo bien el final que tenía preparado, pero espero les haya agradado la entrada de hoy. Mientras la escribía estaba comiendo nieve de chocolate y veía Chicas Pesadas. Caí en el cliché... por lo menos no estaba viendo El Diario de Bridget Jones. Sí, me encantan las comedias y películas románticas, pero no lo suficiente como para que mi vida se vuelva una. 

miércoles, 15 de abril de 2015

Dime "Lindura"


¿A cuántos de ustedes les gustaba ver Los Padrinos Mágicos? A mí me gustaba mucho verlos antes de que le cambiaran la voz a Cosmo. Aunque la mayoría de los episodios eran geniales, hay uno en particular del que les quiero hablar. Probablemente recordaran el episodio en el que Timmy desea ser el único hombre en la tierra junto con Trixie Tang para que ella finalmente se fijara en él. Y así pasó. Trixie, con su increíble necesidad de atención, ve en Timmy al responsable de hacerla sentir bien consigo misma, y le pide "dime lindura" en repetidas ocasiones. No recuerdo bien cómo pasó, pero mis amigos y yo comenzamos a utilizar esta frase. Eventualmente, me la terminé apropiando, y hasta la fecha la sigo utilizando para jugar.


Hoy por la mañana, una compañera muy linda (espero no te moleste que te parafrasee) me felicitaba por mi blog, me decía que le gustaba porque era muy yo, porque escribía sin tapujos por así decirlo. El problema con los blogs, creo yo, es que si no eres sincero puede llegar a aburrir, y por otro lado, ser sincero da a conocer demasiado de ti. Como les dije en la primer entrada, abrí el blog con fines puramente de desahogo. Y a pesar de que son ustedes quienes lo leen, no lo escribo para ustedes, lo escribo para mí. No se ofendan, primero dejénme explicar. 

Soy una persona insegura, tímida y muy introvertida. Convivir con personas nuevas o personas que no son muy cercanas a mí, es muy difícil para mí, toda una hazaña. Inclusive aunque me sienta cómoda con una persona, puedo llegar a ser muy callada. Pero aunque tengo esos defectos, tengo muchas otras cualidades, y quienes se toman el tiempo de conocerme las pueden ver.


Cuando estuve con Tres, me llegó a reclamar cosas que hace poco Cuatro me las dijo también, y por ser él quien me las dijo, me dolieron más. Estaba muy triste por eso y sus palabras me dan vueltas en la cabeza en todo momento. Sin importar cuántas veces mis amados amigos me dijeran lindura, yo no dejaba de pensar en lo que estaba “mal” en mí. Sin embargo, cuando el lunes skypeaba con mi amigo R (así lo vamos a llamar), me dijo que de nada servía las veces que todos los demás me dijeran lo increíble que soy, si yo no me daba cuenta de ello, si yo no me lo empezaba a creer.

Por esto que mi blog es tan “real”, tan yo. No lo escribo solamente para que ustedes lo puedan leer, lo escribo para conocerme, para entenderme, y sobretodo, aceptarme.

No niego que Tres y Cuatro tuvieran razón en esos detalles que resaltaron, pero esos detalles son parte de mí, en conjunto con mis otros defectos y mis cualidades me hacen quien soy, y si bien es cierto que esas cosas que me reclamaron las debo cambiar, las voy a cambiar cuando yo esté lista, porque yo lo quise, porque yo lo decidí, no porque a alguien más le molestó.

Todos somos diferentes, todos fuimos criados de distintas formas. Si yo no logro aceptar mis defectos y cualidades tal cual soy, si no logro aceptar aquellos defectos que eventualmente voy a cambiar, ¿cómo podré convertirme en la persona que quiero ser?