Robin Scherbatsky.
Una disculpa por haber estado perdida estos últimos días, como algunos pudieron notarlo por Facebook, estuve de viaje. Aunque ese no fue completamente el motivo por el cual no había escrito. Verán, la verdad es que no sabía de que escribir. Pero problema solucionado. Aunque me fui de viaje este fin de semana que pasó, no hablaré de las cosas que me pasaron durante el viaje, por lo menos no en ésta entrada.
El jueves pasado me permití un 10 seconds melt down, y acudí a un amigo en quien confío demasiado (para efectos prácticos de la historia lo llamaremos C). En mi melt down, le comentaba a C que extrañaba muchísimo a Cuatro, y él me decía que lo que sentía eran graduation goggles. En un episodio de How I Met Your Mother, Robin explica que en el momento en que vas a dejar, renunciar o terminar con alguien o algo, empiezas a disfrutar todas esas cosas que odiabas antes porque te das cuenta de que esa cosa ya no va a estar.
Ese mismo día en la noche me fui de viaje a Morelos. Llegué al DF (donde hice escala) a las 6:10 am, fue un día maratónico porque partía a Morelos hasta las 5 pm. En fin, después les contaré las aventuras de ese viaje, a lo que voy con mi historia es que el viernes por la noche, una vez que llegué a Morelia, recibí un mensaje de Cuatro, por respeto a él no voy a entrar en detalles de lo que decía el mensaje, pero lo que sí les puedo decir es que según yo manejé de manera exitosa la situación, me sentía orgullosa de ello, y hasta se los presumí a mis amigos.
Lo cierto es que desde que volví, mis graduation goggles han estado más latosas que nunca. Sucede que extraño estar enamorada, extraño la sensación de que todo está bien, todo está bonito y así, extraño tener a alguien a quien platicarle de todo en todo momento y no sentir que era una molestia. Me gusta pensar que Cuatro está leyendo mi blog y está pensando en mí. Me gusta pensar que en serio soy alguien especial para él. Pero no lo extraño. No extraño estar con él. Extraño lo que solía sentir.
En su momento pensé que Cuatro y yo podríamos llegar a ser amigos. No es así. Ni él ni yo somos las personas que solíamos ser. Por mucho que sienta que lo extraño, no es sano seguir en contacto con una persona que traicionó las dos cosas más valiosas que puedo ofrecer. Si Cuatro de verdad está leyendo esto (que lo dudo mucho), sólo quisiera decirle que no le guardo ningún rencor, simplemente no puedo verle como un amigo. Quisiera decirle que en el momento en el que él hizo "las paces" con el tema, todo contacto entre nosotros se acabó. Ya nada nos ata, ya nada nos une; ni un pasado en común ni un futuro añorado.
No recuerdo bien el final que tenía preparado, pero espero les haya agradado la entrada de hoy. Mientras la escribía estaba comiendo nieve de chocolate y veía Chicas Pesadas. Caí en el cliché... por lo menos no estaba viendo El Diario de Bridget Jones. Sí, me encantan las comedias y películas románticas, pero no lo suficiente como para que mi vida se vuelva una.
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